sábado, 28 de septiembre de 2013

Iglesia encarnada vs Discoteca

Iglesia San José. Camagüey. Cuba.
Hace algún tiempo un joven invitaba a cierta comunidad eclesial a participar de la recién fundada: “Disco San José”, y me pareció fundamental hacer una reflexión acerca de la misión de la Iglesia, que si bien no debe ni puede apartarse del mundo joven, debe y es su misión cuidar de no confundir más.
A nuestras comunidades eclesiales llegan jóvenes que buscan refugio y nuestras Iglesias pueden convertirse en un espejo de ese mundo falso, alienante y desarraigado donde él encuentra una aparente protección. Sin embargo la iglesia debe  preguntarse constantemente: ¿Estamos siendo la Iglesia – fuente que concientiza, libera y acompaña?
Somos responsables en gran medida de lo que potenciamos dentro de nuestras comunidades. Es importante no dejarnos seducir por los placeres efímeros y trabajar el camino que conduce al encuentro con Jesús.

Juan Pablo II en su visita a Camagüey en enero de 1998, marcó importantes pautas hacia donde caminar, constatando acertadamente la realidad juvenil cubana:

…Cuando un joven vive “a su forma”, idealiza lo extranjero, se deja seducir por el materialismo desenfrenado, pierde las propias raíces y anhela la evasión.
…huyendo del compromiso y de la responsabilidad para refugiarse en un mundo falso cuya base es la alienación y el desarraigo. (Homilía 23 de enero de 1998. Camagüey).

Los agentes de Pastoral Juvenil deben ser conscientes de esta realidad: nuestros jóvenes carecen de un proyecto de vida serio y el vacío existencial como consecuencia les espera “al doblar la esquina”.
La formación debe  apuntar a la creación de una conciencia crítica, educación en la virtud y los valores tradicionales asfixiados hace algún tiempo por la falta de lucidez.
No se trata de salir del mundo, sino de entrar en el, contemplarlo con una mirada creadora, como propone San Ignacio en sus Ejercicios Espirituales: 

Oír lo que hablan las personas sobre la haz de la tierra, es a saber, cómo hablan unos con otros, como juran y blasfeman, etc.; asimismo lo que dicen las personas divinas, es a saber: <<Hagamos redención del género humano>>… - y nos propone luego- reflectir para sacar provecho de sus palabras. [E.E. # 107. 2do. punto]

Se trata de asumir la realidad con un criterio acertado que permita no perdernos en el regguetón alienante, para que los vecinos y transeúntes no se pregunten al pasar: ¿Eso es la Iglesia?
 Se trata de acompañar a los jóvenes a entrar en el futuro del cristianismo que ha sido, es y será siempre la osadía de soñar el sueño de Jesús, para poder con seguridad exclamar admiración: ¡Eso es la Iglesia!.