domingo, 23 de junio de 2013

¿Orgullo de qué y por qué?


Foto del cartel con el slogan del maratón:
"El cansancio es momentáneo, el orgullo es para siempre"
Acabo de ver un pasaje muy sugerente en mi paseo de la tarde dominical. En la avenida Winston Churchill de la capital dominicana. Un desvío a causa del Maratón de la marca de cerveza alemana Lowënbräu, me ha hecho sortear varios obstáculos para llegar a la calle 27 Febrero y tomar un carro público hasta la esquina de mi casa.

Me ha llamado la atención el slogan del Maratón: “El cansancio es momentáneo, el orgullo es para siempre”. Una apelación publicitaria que en apariencias mueve al espectador, consumidor pasivo además, a identificar en el producto y en la acción que se está llevando a cabo: valores, sentimientos, emociones e ideales propios de los discursos retóricos con la intención de convencer.
Una mirada situada desde un ángulo que permita “ver más allá de lo que aparece en la realidad” nos posibilita entender que muchas de estas apelaciones caen ipso facto, incluso en el instante del mismo evento, donde la adrenalina, el folklorismo circense, la emoción y los deseos de poder y riquezas que cautivan a la sociedad; no permiten la intervención atinada y coherente entre lo publicitado como discurso y la práctica como indicador existencial.

Los maratonistas cada 1 ó 2 kilómetros cuentan con agua envasada en fundas plásticas que son acercadas en medio de la carrera por proveedores y proveedoras que con orgullo, ofrecen a los cansados deportistas su fundita de agua que luego de beberla o vaciarla en sus cuerpos sudorosos, la arrojan en la calle. ¿De qué orgullo hablamos? ¿Estamos educando a una ciudadanía responsable, comprometida con la sostenibilidad ambiental y con opciones claras en pro de legar un mundo mejor a las generaciones venideras? ¿No estaremos asistiendo a un evento cansados de los antivalores que nos acechan a cada momento, las inseguridades, la violencia, el día a día a retazos y nos encontramos reciclados en las mismas problemáticas: “No saber qué hacer con la basura amenazante”?

Me impresionó la cantidad de niños y niñas que asistieron al evento: en sus caras, sus cuerpos, su alegría y algarabía, el futuro de esta nación cansada, al borde de un camino “lleno de basura”, que ya no sabemos dónde arrojar, por tanto, la opción facilista ha sido convivir desenfadadamente con ella.

Pintura de Filípides llegando a Atenas, por Luc Olivier Merson (1869)
La historia del Maratón es de una belleza impresionante y de un compromiso con la vida y los valores incalculables en el tiempo a causa de la desvergüenza histórica. Cuenta la leyenda que Filípides en el año 490 a.C corrió unos 37 kilómetros desde Maratón hasta Atenas para anunciar la victoria sobre el ejército Persa. En realidad cuentan que Filípides corrió desde Atenas hasta Esparta para pedir refuerzos, unos 225 kilómetros, muriendo más tarde a consecuencia de la fatiga. De cualquier manera el mito tomó fuerza y en honor a este se creó una competencia con el nombre de maratón que fue incluida en los juegos de Atenas.

La historia nos da lecciones “porque la historia es un profeta, con la mirada vuelta atrás”. Una mirada vuelta atrás, que desafíe el presente, nos hace pensar en  la verdadera victoria y la verdadera corona que es aquella donde se defiende la ciudadanía educada, comprometida con la carrera que impulsa una patria defendida y cuidada al servicio de “todos y para el bien de todos”, como diría el gran humanista cubano, José Martí.
Maratonistas arrojando fundas plásticas
en la Avenida Winston Churchill.
Correr en ese maratón, es vivir del ideal de Juan Pablo Duarte que expresó con todo sentido la siguiente frase: “Trabajemos por y para la patria, que es trabajar para nuestros hijos y para nosotros mismos” y entonces el cansancio aunque sea persistente, el orgullo le habrá ganado en la carrera de la virtud y el bien.

Recordar a Félix Varela sacerdote y filósofo cubano me parece vital, cuando expresa en su libro Cartas a Elpidio: “No hay patria sin virtud, ni virtud con impiedad”.  Esta es la verdadera meta, lo demás es “pan y circo” y “metarrelatos  de vencedores”