Subyace en medio de la desesperación del pueblo venezolano, en varios grupos de protestas la ausencia de discernimiento, una falta de conciencia crítica e incluso hasta una adecuada formación ciudadana.
Habla un cubano que se siente identificado con las protestas de los estudiantes, con la exigencia de la libertad, la justicia y los derechos sofocados desde hace algún tiempo en este hermano país.
Pero también hay que comprender que las dictaduras y regímenes totalitarios, desarrollan tanto el culto a la personalidad que tratan de desarraigar de los seres humanos su identidad, su conciencia crítica, para poseerlos y disminuir la capacidad para tomar decisiones. Resulta curioso como el totalitarismo esgrime este mismo discurso como sustento de sus políticas frente al capitalismo alienante, sin reconocer que el totalitarismo es tan cosificante como el neoliberalismo.
La reciente quema del símbolo nacional cubano: la bandera, ha generado una especie de análisis reflexivo de mi parte en la que advierto al menos tres causas muy importantes para no perdernos en el odio y el rencor:
1) No hemos formado ciudadanos y ciudadanas que se reconozcan co-partícipes en una misma misión en este continente, no somos capaces de vivir la intersubjetividad en el sentido de no reconocer que nos hacemos, nos construimos, nos auxiliamos, nos re-conocemos en el otro, por tanto el cuidado de nosotros mismos, supone el cuidado del otro y este cuidado del otro a la vez permite descubrirnos como sujetos de múltiples YO-ES, o sea somos una enteridad plural en la medida en que respeto y entro en relación con los otros. Ya lo decía muy bien José Martí: "Patria es Humanidad"
2)¿Qué significa una bandera para muchos hoy en día? (Advierto a todos los que leerán este post que para mi la bandera cubana tiene el más pleno de los sentidos, me siento atravesado identitariamente en mi persona por este símbolo nacional que me conecta con mis antepasados, que influyen mi presente y re-construyen la utopía del camino por andar para llegar a la Cuba de plena libertad y derechos) pero no es menos cierto que tenemos una cuota de responsabilidad social, ciudadana y cívica al no responder a estos tiempos salvando, valorando, resguardando, respetando el símbolo como se merece.
Bandera cubana quemada en protestas de Venezuela |
Está detrás de estas acciones el odio, el rencor, pero también una falta de valoración adecuada por parte de las naciones de lo que es una bandera nacional. Estos ojos, mis ojos, saliendo en cierta ocasión de mi casa en La Habana, vieron una calle cerrada con banderas cubanas que rozaban el piso, esto responde a una degradación del símbolo patrio, que nuestras nuevas generaciones, agitan en una marcha, como después les sirve de servilleta para agarrar una pizza al terminar el acto.
Eso por no mencionar la cantidad de deportistas que he visto salir irreverentemente colocándola en sus hombros de manera inadecuada.
3) No somos una unidad, nos falta afecto. La afectividad en los procesos de construcción de la paz se hacen cada vez más necesarios en nuestros contextos tan desarraigados, tan desiguales, con tantos intereses encontrados. De tal manera que es de suma importancia, descubrirnos seres de afectación, no podemos negociar el respeto, por tanto: pueblo de Venezuela, pueblo hermano, pueblo querido; hay muchos cubanos que han traicionado su soberanía, pero hay otros que nos inscribimos en la lucha, los desvelos y el dolor del pueblo venezolano. Nos afectamos, en el sentido de que sentimos en carne propia, en alma propia, en el mismo corazón las balas asesinas de un gobernante sin cabeza, que ha pactado con el poder totalitario demoníaco de Cuba, pero al que no le pertenece la bandera cubana.
La Bandera cubana no debe ser confundida con un Partido o el proceso histórico de los últimos 55 años.
Pienso que mientras haya sobre la tierra un cubano, sientiendo con Venezuela, vale la pena el respeto, el afecto, la empatía, la recuperación del placer de encontrarnos con el otro desde la valoración de la diferencia y la humanidad.
Por último quiero terminar recordando una frase de Mahatma Gandhi que puede ubicarnos en perspectiva, junto al polo-shirt blanco de las marchas pacíficas, teniendo en cuenta la coherencia y sin perder el sentido. No es la quema de la bandera, la solución, el ejemplo es y seguirá siendo este: "La no-violencia no puede ser predicada, tiene que ser practicada".